Escuche
Vea
¿Quiénes pueden llamar a Dios el Padre que siempre soñé? ¿Cuántos se consideran hijos de Dios? La semana pasada hablamos, precisamente, lo que Jueces 2:7-10 nos enseña: El pueblo sirvió al Señor mientras vivieron Josué y los ancianos que le sobrevivieron, los cuales habían visto todas las grandes obras que el Señor había hecho por Israel. Josué hijo de Nun, siervo del Señor, murió a la edad de ciento diez años – también se mueren los predicadores, los pastores, los presidentes, los jueces, y lo sepultaron en Timnat Jeres, tierra de su heredad, en la región montañosa de Efraín, al norte del monte de Gaas. También murió toda aquella generación, y surgió otra que no conocía al Señor ni sabía lo que él había hecho por Israel.
Hay una generación que está aquí presente todavía. Hemos visto las grandes obras del Señor, pero qué va a pasar con las generaciones que vienen, si nosotros no les trasladamos la fe, la visión, el legado de la vida cristiana. Estos hijos, nietos, bisnietos, probablemente hagan lo mismo que Israel: adorar a otros ídolos, abandonar al Señor. Por eso es tan importante entender que la salvación no se hereda, es personal. Por eso aprendimos que todos rendimos cuentas individualmente. No va a llegar a rendir cuentas por su hijo, ni por su nuera, ni por su nieto. Va a rendir cuentas por usted y su hijo va a rendir cuentas por él mismo. Dios no condena a un hijo por las maldades de un padre ni a un padre por las maldades de un hijo, téngalo claro: si usted es parte de una familia cristiana, usted ya está condenado si todavía no es cristiano. Usted tiene que creer en Jesucristo como su Señor y Salvador personal, no puede apelar cuando llegue al cielo, mi mamá era una excelente cristiana, líder de la Fraternidad Cristiana de Guatemala, allí no se acepta eso. En el cielo solamente pueden entrar aquellos que creen que Jesús es el Hijo de Dios.
¿Cuántos ya creyeron que Jesús es el Hijo de Dios? Si lo ha creído, usted ha sido hecho hijo de Dios. Anoche mientras predicaba en la Fráter Roosevelt, me dio mucho gusto ver a un niño de unos 10 años de edad, si mucho, que sí entendió el concepto. Mi mamá es cristiana, mi papá es cristiano, pero yo no. Tengo que hacer mi profesión de fe y entregar mi vida a Cristo Jesús. Eso es lo que encontramos en Lucas 3:7-9, vimos la semana pasada también que muchos acudían a Juan para que los bautizara, — ¡Camada de víboras! —les advirtió—. ¿Quién les dijo que podrán escapar del castigo que se acerca? Produzcan frutos que demuestren arrepentimiento.
Cuando alguien se arrepiente se nota, cuando algo se convierte a Cristo se nota, tiene que haber fruto que demuestre que de veras está arrepentido. Por eso decimos obras son amores y no buenas razones, tiene que haber fruto que demuestre su arrepentimiento. Y no se pongan a pensar: “Tenemos a Abraham por padre.” Porque les digo que aun de estas piedras Dios es capaz de darle hijos a Abraham. Es más, el hacha ya está puesta a la raíz de los árboles, y todo árbol que no produzca buen fruto será cortado y arrojado al fuego. Si no producimos buen fruto el hacha ya está lista para cortar toda rama, todo árbol sea gentil, sea judío que no dé buen fruto. Por eso la gran responsabilidad nuestra de enseñar a nuestros hijos, nietos, bisnietos y si podemos, como en el caso de mi mamá que ya tienen tataranietos, tratar que lleguen al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Así que reconozca que Dios desea que conozca de Él, pero más aún, que lo conozca a Él. Tenemos que vivir una vida rendida a los pies de Cristo.
Hoy continuaremos estudiando esos versículos de Lucas, vamos a Lucas 3: 10-14 — ¿Entonces qué debemos hacer? —le preguntaba la gente. No basta con que mi padre sea Abraham porque soy judío o que mi mamá o mi papá sean cristianos porque soy gentil. ¿Entonces qué debemos hacer? —El que tiene dos camisas debe compartir con el que no tiene ninguna —les contestó Juan—, y el que tiene comida debe hacer lo mismo. Llegaron también unos recaudadores de impuestos para que los bautizara. —Maestro, ¿qué debemos hacer nosotros? —le preguntaron. —No cobren más de lo debido —les respondió. —Y nosotros, ¿qué debemos hacer? —le preguntaron unos soldados. —No extorsionen a nadie ni hagan denuncias falsas; más bien confórmense con lo que les pagan.
Esta pregunta, si la aplicamos en el siglo veintiuno, ¿entonces qué debemos hacer? Pues tenemos, como dijo Juan, que dar frutos que demuestren arrepentimiento. ¿Cuáles fueron las tres respuestas que les dio Juan a esos tres grupos de personas que le preguntaron? Les dijo compartan con los que tienen necesidad —El que tiene dos camisas debe compartir con el que no tiene ninguna.
Un cristiano se nota que es cristiano porque la unción del Espíritu Santo no solo baja de su cabeza y pasa por todo el cuerpo, también pasa por el codo. Un cristiano ya no es codo, un cristiano ya no es agarrado, tacaño, tiene que ser generoso, tiene que aprender a compartir lo que tiene con su esposa, con sus hijos, con sus parientes necesitados, con sus amigos necesitados. El cristiano se distingue porque es generoso. Compartan su vestido y su comida. Siempre la Biblia le habla al rico que se acuerde del pobre. Y usted a lo mejor se considera pobre, pero siempre habrá uno más pobre que usted. Dice que había un niño americano quejándose porque no tenía zapatos, hasta que vio a otro que no tenía pies. Usted quejándose por el marido que tiene hasta que ve a una amiga de 61 años que no consiguió. Dele gracias a Dios por ese esperpento que tiene.
Tenemos que aprender a compartir con otros lo que tenemos. Juan dice el que tiene dos camisas, ¿cuántos de aquí tenemos más de dos camisas? La señora siempre quieren comprar otra blusa, lo peor es que les gustan las moradas, tienen un closet lleno de moradas. Hay que aprender a compartir, si no tiene dinero para compartir, vaya a su closet y saque la ropa que ya no le queda. Hace algunos años tuve que sacar como 50 camisas porque eran talla 15 ½ y no me quedaban, se fueron para la Zona de Campeones y allí todos los maestros felices tuvieron camisas gratis, se abrió paca en la casa del pastor. Corbatas, a veces uno tiene más de la cuenta y no se las pone y hay otros que necesitan corbatas, pantalones.
Mi esposa en los últimos tres años ha bajado alrededor de 40 libras. Ha tenido que ponerse vestidos de hace tres años y ella misma se asusta, pero no todos se pueden arreglar para volverlos a usar, entonces hay que bendecir a otra persona llenita. La gente se alegra, porque a lo mejor a usted le sobra y a otros les falta. Ya no le caben los carros en el garaje, regale uno, a lo mejor tiene a uno de sus hijos a pie, dele el carro. A lo mejor es un amigo. Si no lo quiere regalar, véndaselo con un valor simbólico. Tenemos que aprender a regalar. Regale utensilios de cocina que ya no usa, regálelos. El que da recibe y el que siembra cosecha.
La comida que se desperdicia en Estados Unidos, solo en el Día de Acción de Gracias, alimentaría a una nación entera. En nuestra casa desperdiciamos a veces comida, en vez de desperdiciarla por qué no preparamos menos cantidad o si preparamos más comida regalémosla. Recuerdo de niño, cuando estábamos en esa etapa de escasez y pobreza, a veces desde la ventana de la iglesia, la misionera de la iglesia, doña Lila, le gritaba a mi mamá, a veces para que fuera hacerle un oficio y otras para que fuera a traer algo de comida, alguna estaba muy buena, otras la sopa estaba rara, para mi gusto, pues, pero cuando se tiene hambre se come lo que le dan. Cerca de su casa, en su trabajo habrá gente que no tiene que comer, entonces lo que tenemos que hacer es compartir. No gaste más, comparta lo que tiene.
Hace algunos años vivíamos en un pequeño apartamento en la zona 21 y teníamos una refrigeradora grande, siempre llena de comida y me dice mi esposa – fíjate que la enfermera de al lado se quedó sin trabajo y parece que está pasando apretura, qué dices, ¿le llevo el pollo que tenemos ahí? Se lo llevó. Al otro día estaban tocando a la puerta una familia de la zona 13 por la Avenida de las Américas, gente muy acomodada, pero muy generosa conmigo, me mandaron un pavo. ¿Qué pasaría si diéramos el pavo? Los que sí le puedo asegurar es que cuando usted le da al pobre, a Jehová presta, dice la Biblia. Usted no va a perder nada por lo que le dé al pobre, porque Dios se lo va a devolver enormemente multiplicado, téngalo por seguro que así será. Podemos compartir ropa, comida, también podemos bendecir con nuestro dinero a muchas personas, seamos generosos que comparten con el necesitado. Subrayo necesitado, porque algunos no son necesitados, son alagartados, son aprovechados. Hay que discernir si la persona es realmente necesitada o es una persona realmente aprovechada.
La semana pasada vino aquí una persona que dice que se le acercó a unos líderes de la Facultad de Liderazgo con una receta, miren, ya el pastor me dio 375 quetzales, me faltan 250 quetzales, ¿quién de ustedes me puede ayudar con eso? Alguien tomó la receta y vio que había sido extendida hace diez años. Para empezar, le dijo, dudo que el pastor le haya dado eso. No porque el pastor sea agarrado sino porque es difícil llegar al pastor el domingo. Hay quienes se aprovechan. Hay quienes entierran a su papá todas las semanas. Hay gente que a través de los años los miro y ya conozco la historia que se tienen. Pero hay gente que sí es necesitada y a estos se aplica Proverbios 28:27 El que ayuda al pobre no conocerá la pobreza; el que le niega su ayuda será maldecido. Terrible. Vale la pena ser generosos.
Segundo lugar, sean cabales e íntegros en su trabajo. La segunda pregunta la hicieron unos recaudadores de impuestos. Precisamente hace tres semanas hablamos de Zaqueo el jefe de los recaudadores de impuestos que vivía en la ciudad de Jericó y en cuya casa se hospedó Jesús, gracias a ese acercamiento la salvación llegó a Zaqueo. Vemos su arrepentimiento en Lucas 19:8-9 Pero Zaqueo dijo resueltamente: —Mira, Señor: Ahora mismo voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes, y si en algo he defraudado a alguien, le devolveré cuatro veces la cantidad que sea. —Hoy ha llegado la salvación a esta casa —le dijo Jesús—, ya que éste también es hijo de Abraham. ¿Qué dijimos en esa ocasión sobre los recaudadores de impuestos? El imperio romano gobernaba durante la época de Jesús. Los judíos estaban bajo su dominio pero tenían mucha libertad, pero a cambio de esa “libertad” debían pagar impuestos que eran altos. A nadie le gusta pagar impuestos. Nunca he visto a alguna persona en la Secretaría de Administración Tributaria – SAT– pagando impuestos diciendo: gloria a Dios hoy voy a pagar el IVA. A nadie le gusta. La verdad que no.
Los impuestos eran recaudados por los publicanos o recaudadores de impuestos y estos a su vez eran judíos. En otras palabras, judíos les cobraban a judíos y contribuían al imperio romano, pero a la vez se hacían ricos, porque cobraban de más. Eran considerados traidores de la patria. Por lo tanto, Zaqueo que no era sólo un recaudador de impuestos, sino el jefe de los mismos en la ciudad de Jericó, también tenía su dosis de odio de la sociedad hacia él. Pero no sólo lo odiaban por ser un recaudador de impuestos sino porque seguramente había hecho la mayoría de su dinero explotando y abusando de los judíos.
Por eso dice Lucas 3:12-13 “Llegaron también unos recaudadores de impuestos para que los bautizara. —Maestro, ¿qué debemos hacer nosotros? —le preguntaron. —No cobren más de lo debido —les respondió. ¿Qué les dijo Juan a los recaudadores de impuestos? No cobren más de lo debido. No les dijo, cambien trabajo sino que hagan su trabajo bien, cobren lo correcto. Cumpla justamente lo que se requiere de usted en su trabajo. A usted lo contratan a trabajar en un taller, en una oficina, en una fábrica, en una institución estatal o privada y en el acuerdo quedaron que usted entraba a las 8:00 y salía a las 5:00. ¿Está correcto que usted entre todos los días a las 8:15? Debe ser íntegro con su trabajo y dar justamente lo que le pidieron. Si usted aceptó debe entrar puntualmente a las 8:00 y salir a las 5:00 y trabajar las horas por las que fue contratado.
Se encuentran muchos, aparentemente trabajando, frente a una computadora y no están trabajando, están chateando. Están hablando con Raymundo y todo el mundo, en vez de trabajar. Otros como no tienen, creen ellos, mucha supervisión se la pasan viendo pornografía o se la pasan viendo cosas que no deben o un partido de fútbol, peor si juegan Real Madrid y Barcelona. Si a usted le pagan por trabajar mire el partido en repetición, pero usted tiene que ser justo, porque siempre acusamos al patrono que no es justo, no nos paga lo que nos debe pagar, bueno pero sí aceptó un trabajo, usted tiene que cumplir con lo que le llamaron a hacer. Así que no se preste a nada que implique a no ser cabal e íntegro, es su trabajo. Lo que Juan le dijo a los recaudadores de impuestos fue que no fueran corruptos.
Cuántos no han conocido a personas que trabajan en la iniciativa privada o en el Estado que son corruptas. ¿Lo vio en el espejo esta mañana? Todos hemos conocido a alguien. Un amigo me dijo que lo paró la policía y le dijeron que les diera algo para arreglar el asunto. Les ofreció veinte mangos. Sacó veinte mangos que traían de su finca. Pero la gente no se conforma con fruta, la gente quiere dinero. Yo venía de Estados Unidos pasando por México, al pasar por la frontera me dijeron, eso hace como cuarenta años, que tenían que bajar todos los chunches que traía en el carro o denos veinte dólares. Y yo por no bajar y subir caí en el pecado del soborno. Me vine, como a la hora había otra garita, paré. Empezaron con la misma cantaleta, y yo les dije les doy diez dólares. No, me dijeron, menos de veinte no le aceptaron allá. Una hora más tarde otra garita y el alto. Yo puse el pie sobre el acelerador y no paré, si quieren veinte dólares que me alcancen. Me atravesé todo México sin parar en una garita más. ¿Por qué, estaban haciendo lo correcto ellos pidiéndome mordidas? No. ¿Estaba haciendo lo correcto dándoles mordidas? No. Entonces dije que me alcancen.
Tenemos que tener cuidado con el tema de las mordidas. He viajado recientemente y llevo, algunas veces, una maleta de libros. En alguno que otro país la pregunta es ¿ahí que trae? Libros, entonces tiene que declararlo. Declarémoslo. Tiene que pagar el impuesto, paguemos. Hay impuestos que hay que pagar, pero hay impuestos que le cobran a usted sacados de la manga, se los inventan y eso no es correcto. No se preste a nada que implique a no ser cabal, íntegro en su trabajo. Le pregunto ¿qué sería de nuestra Guatemala si todos cobraran lo debido y no existieran sobreprecios y comisiones innecesarias? Hay muchos proyectos que se oye hacen en el país y hay quienes piden comisiones por el proyecto. El proyecto va a costar veinte mil y le piden cuatro cinco mil al contratista. O va a costar veinte millones y le piden cuatro o cinco millones al contratista. Ser íntegros con el trabajo.
Hace 29 años echamos un asfalto en la Fráter Roosevelt, todavía está puesto. Estamos por cambiarlo en estos días, pero solo porque queremos tener un asfalto nuevo, hasta vacilo con ponerlo, tal vez el viejo está mejor. La empresa que se encargó de supervisar todo el trabajo cuando vio cómo se hizo me dijo: si así como se echa el asfalto aquí en la Fráter se asfaltaran las calles del país, ya no habrían carreteras que asfaltar. ¿Cuánto dura el asfalto que le ponen en su colonia? ¿Seis meses, un año? ¡Qué triste! porque hay corrupción. Tenemos que hacer las cosas bien hechas.
Era yo un adolescente y tenía un amigo que vendía telas en el mercado de la Placita Quemada, ahora tiene otro nombre ese mercado que está por la Municipalidad de Guatemala, y fui a donde este amigo un día y vi como atendía a sus clientes y le decían: quiero de esta tela cinco yardas y los que venden estas telas tienen un estilo muy interesante, se las enrollan, la miden y la miden, usted no sabe cuánto le están midiendo. Le dije por qué lo haces así. Lo hago así para me rinda el rollo. No son metros de cien centímetros, son metros de noventa centímetros. ¿Será correcto eso? No.
Deme una libra de azúcar dice la gente en la tienda, y le dan una bolsa con catorce onzas, trece onzas ¿será correcto eso? No. Ahora ya se atrevieron algunos de poner una llamadas de atención que la bolsa es de 14 onzas, pero usted sigue pidiendo la libra, pero no se la dan. En vez de comprar por libras compre por arroba, por quintal, le va a ir mejor. Tenemos que aprender a cobrar lo correcto, ser íntegros.
Hace algunos años hubo en México una tremenda devaluación y muchos guatemaltecos decidimos irnos para Tapachula a comprar cosas, porque estaban súper baratas, nuestro quetzal rendía, nos daban muchos pesos por nuestros quetzales o por los dólares. Yo tenía mi carro con las llantas como que eran cachetes de bebé, mejilla de nene, lisas. Voy a ir a comprar mis llantas, era fin de año, le digo a mi esposa vámonos a Tapachula, se nos pegó mi cuñada y sus hijos, así que íbamos ocho en ese carrito, los cinco pequeños eran chiquitos todavía, íbamos todos apretados. Cuando íbamos por Santa Lucía Cotzumalguapa el carro se paró. ¿Qué hacía con toda la ralea metida? A empujarlo a un taller. Y le digo ¿qué tendrá mi carro? Levanta el capó, típico en los mecánicos, lo miran, tocan por allá, por acá. Ese motor hay que botarlo, me dijeron. Imagínese a qué hora lo botan, lo desarman, lo reparan, consiguen los repuestos, lo arman y yo con toda la tribu.
En eso me acordé del mecánico que regularmente me atendía, mecánico integro, me había dicho en el último servicio que la tapadera del distribuidor se está rajando, en el próximo servicio recuerde que la cambiemos, porque le va a fallar. Entonces me quedo hablando así con autoridad, como si fuera yo fabricante de Toyota. – Quíteme la tapa del distribuidor–. Aquí está. –Revísela–. Está rajada. – Cómpreme una. Ponga la tapa, dele estárter–. Arrancó el carro. Una tapaderita de plástico. ¿Por qué me querían botar el motor? Porque me vieron cara de menso, muchos mecánicos le van al cliente cara de menso y a la pobre señora peor.
Me contaban el caso de una pobre señora que su hija compró un BMW y lo llevaron a un taller especializado y le dijeron Q. 2, 500 de mano de obra, más los repuestos. Le va a salir la reparación como en siete o nueve mil quetzales. La señora le dijo anda a sacar ese carro, pero ya. Empezó a averiguar por donde, y entonces la refirieron con un mecánico íntegro y este le dijo voy a cobrar 250 quetzales de mano de obra, pero tráigame tal piececita que no está aquí, se la quitaron en el otro taller. Le pusieron la pieza y nítido. ¿Cómo demostramos que somos cristianos? Porque cobramos lo que es, ser íntegro, justo.
Un amigo médico me contó este caso. Tengo un colega que operó a un paciente del apéndice, pero solo le hizo el corte de afuera y no se lo sacó. Y un día llegó este pobre cliente al hospital con un dolor intenso y lo tocaron, lo palparon. Ah, es apéndice, le dijeron. No, no tengo apéndice. Sí tiene, le dijeron. Lo operaron. Y un día andaba este paciente por un restaurante en el interior, cuando vio al médico que le había hecho la estafa del apéndice. ¿Qué creen que hizo? no le fue a dar un beso, nomás lo vio y fue a donde estaba y le dio una bofetada a este médico. Y le dijo, esto es por el apéndice que no me sacó. Qué vergüenza.
Doctor, si usted va a quitar el apéndice, asegúrese que lo quinten, porque hay estafa. Como aquel que le dice a su colega médico: ¿por qué vas a hacer esa operación? ¿Qué le vas a quitar? El carro, la casa y el pisto que tiene en el banco. Eso no debe ser. Si es médico, si es abogado, si es albañil, si es mecánico, si es costurera, si es comerciante, si es diputado, si es policía, si es Presidente de la República, tiene que ser una persona íntegra. Si usted es cristiano no puede andar haciendo negocios turbios. Tiene que ser correcto. Hay una cosa más que le quiero platicar. Proverbios 16:11 “Las pesas y las balanzas justas son del Señor; todas las medidas son hechura suya. De niño pasaban los marchantes por mi casa y mi mamá les compraba papa o frijol, arroz y yo decía ¿por qué debajo del plato de la balanza hay un pegoste de cera? ¿Por qué le ponían cera? Para que pesara más, marchantes malvados, estafando a la pobre gente. A lo mejor usted lo hacía, ya no lo haga, dé lo justo.
Tercera cosa, esta nos va a pegar a todos fuerte. Confórmese con lo que le pagan, esa fue la tercera pregunta que le hicieron unos soldados a Juan el Bautista. Lucas 3:14 —Y nosotros, ¿qué debemos hacer? —le preguntaron unos soldados. —No extorsionen a nadie ni hagan denuncias falsas; más bien confórmense con lo que les pagan. Esto me recuerda la historia de un hermano de la Fráter. Tuvo un problema con un cliente. El cliente lo mandó a llamar un día para resolver el asunto. Y cuando llegó a un centro comercial ahí estaba la policía, lo capturaron y se lo llevaron a la Comisaría. Y al llegar le dijeron tiene que pagarle a él los 17 mil quetzales que le debe y 15 mil para el jefe de la Comisaría.
Llegó el cuñado de este pobre hermano y le dijo yo te presto, págale. No, le dijo, esto no es lo justo. No tengo por qué pagarle. Ya está claro que no le tengo que pagar, y menos al policía. Que me lleven ante el juez. Así fue, pero no lo acusaron de que le debía al otro, sino que lo acusaron de que tenía en el carro droga. Los policías le sembraron droga, una droga los policías. Seis meses se llevó el pobre en la cárcel en la zona 18. Y un día, el primer día que estuvo allí, dice que empezaron a somatar a uno porque no había pagado lo de la “talacha”, y él muy chapulín colorado se metió a defenderlo. Ya no le peguen. Ah, ya no le peguen a este, péguenle a él. Le dieron una gran somatada.
Eso quiere decir, no hagan denuncias falsas. Señora no vaya a la Procuraduría de los Derechos Humanos a decir mi marido me pegó y usted misma se dio el portazo. Se fue de cara y ya con la boca inflamada. Esa es una denuncia falsa, ¿por qué lo denunciaste falsamente? Ah, porque me cae mal, se chupa todo el sueldo. Así no se arreglan las cosas, señora. Mejor divórciese de su marido que estar acusándolo falsamente. Una pobre mujer vino el otro día a decime que su hija la había atacado con un puñal, y yo logré defenderme y ya me da miedo regañarla. ¿Por qué? Porque dice que si la regaño, me va acusar en la Procuraduría de los Derechos del Niño que yo estoy abusando de ella.
Eso no debe ser, un cristiano no hace denuncias falsas ni extorsiona a nadie. Confórmese con lo que le pagan. Pastor, pero si no me alcanza, cuando la chamarra no alcanza, encoja las piernas. Se acuerda hace 40 años como vivía con lo que ganaba, ¿por qué vivía bien con lo que ganaba hace 40 años? porque no gastaba más de lo que ganaba. Cómprese los libros Fórmulas Bíblicas para Prosperar, Alas para tu economía y haga que su dinero rinda. Si usted no tiene suficiente para vivir en la casa donde está viviendo cámbiense de casa, váyase a otra más económica, cambie a sus hijos de colegio y póngalos en la escuela pública. Si a usted no le alcanza, tiene que ajustarse a lo que le alcanza, pero no por eso puede empezar a asaltar a la gente para que le alcance o a estafar, o extorsionar.
El secreto de la felicidad en el hombre está en estar contento con lo que tiene. ¿Se acuerda cuando compró su primer carro? No nació con carro. Nació desnudo, sin nada. Yo me recuerdo de la época en la que tenía que caminar por la ciudad y eso que la camioneta costaba cinco centavos, pero me iba al cine a pie para ahorrar los cinco centavos y comerme una tostada. Me iba con mi novia a pie a Pecos Bill a comprar una hamburguesa y una gaseosa para los dos, porque no me alcanzaba para una cada uno. No es que estuviera a dieta. En esa época, en la que andaba a pie a veces pagaba la camioneta y otras veces me iba caminando, vivía contento y cuando me compré mi primer carro que tenía diez años, la verdad no era tan viejo pero como que estaba mal cuidado. Un día iba por los Bomberos, cerca del Trébol en Guatemala y el carro se me apagó, mi futura esposa iba adentro, por poco la bajo a empujar el carro, pero le dije asegúrate de llevar el timón, yo voy a empujar. Pero usted está contento con lo que tiene.
No hay mayor alegría que la alegría que le da la primera casa que uno compra. Lo pone a uno feliz. Siendo yo de 18 años fui a solicitar mi primer apartamento al Instituto Nacional de la Vivienda y llevé a mi novia para llenar los requisitos. Usted no está casado, me dijeron. No, pero me voy a casar con ella. Y ¿quién más va a vivir con usted? De repente mi mamá. Total que llenamos el formulario, me casé en noviembre y en diciembre me informaron que ahí estaba el apartamento listo. Era un apartamento de 47 metros cuadrados, pero cuando entramos mi esposa y yo ahí estábamos felices con ese huevito como le llamaríamos hoy, felices porque era lo que el Señor nos había dado. Mi esposa todavía cuenta que se sentía la reina en ese apartamento. Y todo cabe en un pequeño cuartito sabiéndolo arreglar.
Ahí vivamos mi esposa, nuestros dos hijos y una muchacha y yo, cinco, en 47 metros cuadrados. Hicimos litera, al principio, no había nacido el otro chiquito, la muchacha dormía en la litera de arriba. Un día como a las tres de la madrugada oí un golpe, se vino de la litera la muchacha. Una silla del comedor se la dejábamos todas las noches pegada a mi hijo para que no se fuera a caer, porque la baranda no era completa, la silla quedó abierta, pasó trayéndosela, se levanta mi mujer y llega a ver qué había pasado. Había que llevarla al hospital, ahí me llevó la tristeza, levantarme, meterla al carro, llevarla al Roosevelt, me fui al carro a esperar como a las 5:30 me toca la ventana. Estoy bien, me dijo. De regreso para la casa.
El consejo es confórmese con lo que le pagan. Yo tenía que pagar Q. 23.50 del apartamento cada mes, gracias a Dios los primeros cuatro meses lo alquilé y se pagó solo. Después vine de los Estados Unidos viví un tiempo en otra casa hasta que mudé. Mis hermanos amados no son nada Q. 23.50 ahora, pero en aquel entonces cuando valía cinco centavos el bus, seis centavos una gaseosa, ocho centavos la libra de azúcar, créame conseguir 20 quetzales costaba y lo peor que eso era lo que yo ganaba en la iglesia. Pero el Señor siempre provee. Confórmese con lo que le pagan. No quiero decir que usted viva toda la vida en las mismas condiciones. No, practique el contentamiento, agradecido con Dios por lo que tiene hoy, esforzándose por lo que anhela sin ser esclavo de la avaricia. Leamos 1Timoteo 6:9 que dice Los que quieren enriquecerse caen en la tentación y se vuelven esclavos de sus muchos deseos. Estos afanes insensatos y dañinos hunden a la gente en la ruina y en la destrucción.
El problema no está en darle a la gente más dinero, está en reducirle sus deseos y en esta época la gente quiere comprar más, comprar más, comprar más. Si está buena su estufa úsela. Si puede reparar su lavadora, repárela. Si su carro funciona, úselo. Para qué se va a meter a más deudas, el famoso Black Friday –viernes negro–. Alguien me preguntaba esta semana en las redes y qué es viernes negro y respondí que es un invento de los comerciantes para salir de sus cuentas rojas. Empiezan a vender y a vender y cuando termina la temporada ya salieron. Las cuentas no están en rojo, están en negro. Pero usted que comenzó en negro, terminó en rojo, porque ahora tiene las tarjetas topadas, ahora tiene créditos que pagar, deudas que pagar. Cuídese, conténtese con lo que tiene. Los frutos de arrepentimiento no solo tienen que ver con que nos arrepintamos de nuestros pecados, también tiene que ver con que vivamos vidas justas en donde amemos a Dios con todo nuestro corazón y a nuestros prójimo como a nosotros mismos.
¿No es cierto que Dios nos ha bendecido grandemente? ¿No es cierto que Dios nos ha sacado de la pobreza ya hace muchos años? ¿No es cierto que Dios nos ha sanado las enfermedades muchas veces? ¿No es cierto que Dios nos ha librado de peligros muchas veces? Debería estar contento con todo lo que tenemos. Debemos estar agradecidos con todo lo que tenemos.